Historias de vida: Isabel García de Pérez

Isabel García de Pérez nació en los recientes años del hambre, antiguamente dibujados de sequía por el régimen franquista. Su padre fue soldado y batalló por tres años en la Guerra Civil Española y su madre se quedó en Almería, a la espera de su regreso.

El primero de abril de 1939, el dictador Francisco Franco corrigió y firmó un comunicado que posteriormente fue emitido en la Radio Nacional: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas Nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.

Hablamos de los recientes años del hambre porque tuvieron que pasar muchas décadas para que los españoles llegaran a considerar que, más allá de la sequía, lo vivido en los años siguientes a la guerra había sido una hambruna.

“Lo que sí podemos afirmar con total seguridad es que murieron al menos 200.000 personas entre 1939 y 1942 de hambre o de causas derivadas del hambre, como enfermedades infectocontagiosas. Coges el tifus, vives en una cueva porque no tienes ropa, jabón y llevas una alimentación deficiente que te hace más vulnerable”[1] señaló el historiador Miguel Ángel del Arco Blanco en diálogo con El Confidencial.

Isabel nació en 1940 y afirma que la hambruna fue a nivel nacional. Para colmo de los males, su familia era de Huércal-Overa que en esa época era la ciudad más pobre de Almería. “En el campo tenías unas gallinitas y había trueque; vos tenés una remolacha y yo tengo un huevito, así era. No había escuela, no había plata, no había comida. El gobierno daba una ración de comida para toda la gente porque no había nada” relató.

Las mujeres de su familia y los estragos de las guerras

Entre 1914 y 1918, su abuelo materno fue asesinado en la Primera Guerra Mundial, por lo que su abuela materna enviudó y quedó a cargo de cinco hijos. “Mi mamá tenía 2 años y había otra más chica que era recién nacida y en ese tiempo si las mujeres no tenían estudio dependían del trabajo del marido. Mi abuela se obligó a repartir los hijos entre la familia, a mi mamá se la dieron a una tía que la crió”.

Otro de los hitos silenciados por el franquismo fue el asesinato de curas, de aquellos que se oponían al régimen. “El franquismo estaba en contra de la iglesia y mi familia era muy católica. Entraban a las iglesias y rompían todo, rompían los santos y mataron curas. Uno de mis tíos era cura y se salvó porque logró escaparse (no saben cómo) y se vino a Venezuela”.

Hasta los 14 años, su madre María Dolores Parra Benítez estuvo a cargo de su tía, quien intentó desesperadamente ingresarla a un convento de monjas. Sin embargo, María Dolores buscaba otro destino para su vida y a los catorce años se juntó con quien fue el padre de Isabel.

Diego Miguel García Parra, era hijo único por parte de su madre y tenía un hermano de parte de su padre. “El hermano de mi papá tenía 16 años, en España se rumoreaba que iba a haber una guerra y se escapó. Se vino para acá (El Valle) y al poquito tiempo estalló la guerra” detalló Isabel.

La familia de Isabel tendría que esperar 13 años para un 18 de julio de 1949, subirse al Barco Cabo de Buena Esperanza y viajar hasta el Alto Valle de Río Negro.

La Federación Regional de Sociedades Españolas[2] registra; “El 04 de agosto de 1949, llegaron al puerto de Bs. As., Diego Miguel García Parra, su cónyuge María Dolores Parra Benítez, y sus 02 hijas Isabel y Francisca García Parra. Oriundos de Huércal-Overa, en Almería, embarcaron en Cádiz y se radicaron en General Roca”.

En Buenos Aires los esperaba un amigo del hermano de su padre. Isabel tenía nueve años y recuerda que en el comedor de la casa habían tendido una mesa y los esperaban con una olla de arroz y una bandeja de pan que se llevó por completo la atención de sus padres. ‘¿Oye, habrán comprado pan por nosotros?’ dijo su padre y agregó; ‘esto es en honor de que hemos llegado nosotros’.

“Lo más elemental, nosotros en España no teníamos pan” contó Isabel.

“Cuando vinimos acá (El Valle) fuimos a la casa de mi tío y ellos eran cinco. Tenían una casita que eran tres habitaciones y ahí nos metimos los nueve. Estuvimos un año viviendo, no había luz y no había agua caliente. Teníamos una bombita y con eso traíamos en un balde para cocinar, para lavar en un fuentón con una tabla y un jabón que hacíamos casero. Carneamos a los chanchos, hacíamos jabón y con eso lavamos la ropa”.

La infancia de Isabel transcurrió entre el desarraigo y las chacras, la cosecha de tomates, limpiando acequias y desmalezando. “Veo cómo se crían mis hijos hoy, como se crían mis nietos. Lo que fueron mis nueve años y los nueve años de ellos” expresó.

A los 10 años empezó la primaria en el San Juan Bosco de Stefenelli. “Como en España yo no había estado en una escuela y solo sabía lo que mi papá me había enseñado, nos tomaron una pruebita. A mí me pusieron en tercer grado y a mi hermana que era más chica en primero inferior, dos años más atrás”.

“En esa época mi maestra era Irene Sogo, fue la primera maestra mía cuando llegué a la Argentina. Ella se encariñó mucho conmigo, nos decían las ‘galleguitas’ y en la escuela se encariñaron con nosotros, nada discriminatorio fue una cosa que llegamos acá y tanto mi tío, la familia, la escuela nos recibieron bien.”

La construcción de las defensas y los ríos de arena en General Roca

Isabel tenía 19 años cuando se casó con su marido, a quien conoció en los emblemáticos corsos que hacían en Roca en la década del 60, cuando no existían otros espacios para que los jóvenes se encuentren.

“Se hacían corsos acá en Roca, desde la Avenida a la Mendoza eran tres cuadras y para la Ruta eran 2 cuadras más. Todas las casas eran humildes y en las veredas todavía corrían las acequias. Había argollas que ponían en las paredes para atar a los caballos e íbamos en jardinera porque no había auto” explicó.

En 1960 tuvo a su primera hija Loli, en 1962 nació su hijo Diego y en 1966 nació quien sería su tercer y último hijo, Luis. El martes 29 de marzo de 1966 bajo la inundación de arena y barro por las calles transversales Maipú, Don Bosco y Santa Cruz. “Cuando nació Luis yo estaba en la clínica y fue la última inundación que llovía allá de las bardas, traía toda la arena, bajaba todo para abajo y se inundaba todo Roca”.

Nunca se supo con exactitud cuántas personas fallecieron por la inundación. “En la calle del Canal vivía una prima. Vino la inundación y había una arenera con máquinas para cargar la arena. La inundación arrastró una máquina y se estrelló contra la casa de la prima y del susto que se dio su marido, muere. No era grande, pero tenía problemas cardíacos.”

Aluviones en el nuevo pueblo. (1966). Museo Histórico Regional Lorenzo Vintter. General Roca, Río Negro.

La mujer recuerda que una vez terminada la inundación, el pueblo bajó a la ciudad que yacía bajo la arena y el barro. Sobre calle 9 de Julio y en cercanía a Teatro de la Estación, encontraron a dos personas muertas. La situación fue crítica y en diciembre de 1966 la obra de contención quedó adjudicada a Carlos A. Bacigalupo S.A, la empresa encargada de construir el Puente de Paso Córdoba.

Fueron 60 años de una infraestructura de canales en constante cambio y mejora. “Ahora se hace más mantenimiento, eso ha favorecido mucho. La cementación de canales, el revestimiento con plástico, el sistema de compuertas y de turnos. Al tener un turno en la chacra se aprovecha más el agua. Hoy regamos bien” concluyó la productora.

Lleva 82 años de una vida siempre activa, dice haber tenido la cabeza y el cuerpo siempre ocupados. Su abuela materna sufrió la muerte de su marido y la obligación de entregar a sus cinco hijos, pero vivió hasta los 96 años. Su madre, a la espera en Almería y embarcándose en una vida desconocida hacia el fin del mundo, vivió hasta los 94 años.

“Mi mamá no volvió nunca más y yo no quise volver. Francisca volvió, tenía tres tíos que también fallecieron siendo grandes. No quise volver por el recuerdo tan triste que me quedó, me marcó mal” comenta sobre España.

Para la Fiesta Nacional de la Manzana del 2020, el municipio le entregó un reconocimiento por ser una de las personas destacadas que integran el circuito productivo de la fruticultura en el Alto Valle. El año pasado la contactaron nuevamente en el marco del 143° aniversario de la ciudad.

Isabel cuenta que ese día vinieron desde la municipalidad “a ver si yo podía decir por qué había elegido vivir acá y yo les dije la verdad. Yo no elegí, eligieron por mí, pero no me fui nunca ni me voy a ir porque estoy agradecida. Eligieron muy bien”.

[1]Barnés, G, H. (16/02/2021). La hambruna española que fue borrada de la historia: ¿y si mató más que la guerra? El Confidencial. https://www.elconfidencial.com/cultura/2021-02-16/gran-hambruna-espanola-muertos-guerra_2945088/ 

[2] Federación Regional de Sociedades Españolas (1921, 7 de diciembre). BARCOS NAVIERA YBARRA Y CÍA. https://www.federacionespanola.com.ar/barcos-de-emigracion/140-barcos-naviera-ybarra-y-c%C3%ADa.html

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