El Alto Valle y el riego

Por Juan Nolting

07/06/2020

Es difícil retrotraerse a lo que fue la región donde todo  era monte, una franja angosta a la vera de la costa de los ríos, brazos y lagunas, donde prosperaba el  sauce criollo, la jarilla y la pichana entre otras favorecidas por el agua cercana.

La población del alto Valle debería rememorar sus orígenes  como era esta región hace cien años y algo más cuando los colonos  comenzaron en sus asentamientos rodeados por el monte a procurarse el agua del río mediante obras rudimentarias la derivaron por  canales y  acequias para dar de tomar a la hacienda y el riego de los cultivos.

En la Argentina importantes obras de captación y derivación permitieron que grandes áreas de las zonas desérticas surcadas por ríos fueran puestas bajo riego como es el Alto Valle del río Negro

Sin duda el uso de la superficie de tierra  como medio de conducción del agua a los cultivos fue el método más primitivo adoptado por todos los pueblos que habitan regiones de escasa o ninguna precipitación.

Si bien se ha incorporado nuevas tecnologías para hacer el riego  más eficiente en tiempo y forma, en el valle sigue siendo el método por superficie o gravitacional el generalizado con innovaciones pero poco adoptados en la práctica.

Tiene su propio lenguaje, estructuras y  herramientas que hacen al manejo de este método   propio de cada región, las  compuertas de ataje o los boquetes por donde ingresa el agua de la acequia a la melga o el surco y la herramienta  apropiada:  la pala corazón de cabo largo.

En la preparación del terreno para el riego tiene sus particularidades, recuerdo como hoy  en un curso de riego, un productor muy conocido de Cinco Saltos  Don Molina,  al observar  como entraba el agua a una melga con dificultad, me dijo “No ve que el agua se ríe, hay que profundizar la entrada y sacar los yuyos” Este sonido se produce cuando esta debe superar una parte alta  generando esos rápidos ondulantes que frenan su paso.

El agua de riego proveniente de un sistema de canales como el del Alto Valle no tiene horarios ni feriados,  se la distribuye por turnos entre varios regantes, por lo general en chacra de pocas hectáreas esta operación la asume  la familia del chacarero

La operación comienza  al buscar el agua al comparto donde la toma el vecino que riega hasta la hora del cambio del turno, se recorre  la comunera muchas veces  tramposa porque a la vez hace de reguera y tapar  algún boquete que por descuido sigue derivando  agua,  las compuertas frecuentemente no son estancas,  con un poquito de barro o una champa de raíces de sauces mojada sirve para cortar la pérdida.

Año tras año se reclama al vecino que mantenga limpio su sector de comunera que además perjudica  a los demás participantes de la misma, es frecuente ver fuertes variaciones de mantenimiento entre ellos que dificultan en mayor o menor medida  el servicio de la misma, anualmente se recuerda con buena cara lograr el objetivo deseado.

Como hijo de chacarero atendí frecuentemente el riego en la chacra de mis padres, ya  desde niño  lo hacía durante la siesta cuando los adultos descansaban.

No es una tarea complicada,  se debe  prestar atención verificando que no se produzcan pérdidas en compuertas, boquetes mal tapados o  eliminando la basura que trae el agua como   latas vacías de plaguicidas, animales muertos entre otros, en la actualidad  los pañales son moneda corriente de encontrar en los canales de riego

El agua que entrega la acequia debe ser distribuida en varias melgas abriendo suficientes boquetes  para que no rebalse esta. El frente de avance del agua se lo “acompaña” hasta unos metros antes  de llegar al pie de estas, para ir a tapar los boquetes  de las que se llenaron, obviamente antes hay que abrir los siguientes. “En chacra bien sistematizada y bien regada no se moja ningún camino interior de la misma”.

No es cuestión de abrir muchos boquetes y descansar hasta que se llenen. En terrenos sin pendiente, siempre se procura llenar las melgas y los surcos en el menor tiempo posible para que el “riego rinda”  se producen menos pérdidas de agua que ingresa al subsuelo y más superficie regada por turno.

Regar de noche son los mismos requerimientos que de día solo que nos adelantamos en los  preparativos de verificar el estado de las compuertas, los boquetes y la limpieza, a pesar de contar con una linterna en la operación del riego se presentan dificultades que es preferible corregir anticipadamente durante el día.

Los riegos nocturnos son menos eficientes, se requieren más tiempo para regar igual superficie con el mismo caudal, se riega con un frente de avance mayor o sea más boquetes abiertos para una atención más espaciada durante la noche.

El  “riego nocturno” propiamente dicho  aquel que se prepara para que “el agua corra toda la noche” sin atención alguna, obviamente es el más ineficiente de todos,  el sector a regar tiene un frente más amplio donde los boquetes se abren de tal manera que todos eroguen el mismo caudal.

Al día siguiente bien temprano nos cercioramos como se regó, puede ocurrir que el agua  cubrió solo una parte por interrupción del riego por falta de agua, que es frecuente cuando hay alta demanda o por interrupción del servicio de la red entre otros. En todos los casos se trata “de emparejar “, al tapar los boquetes de las melgas regadas y terminar el riego de las restantes.

Actualmente el mantenimiento  de una comunera entre varios regantes se complica por la deficiente participación de los vecinos con montes abandonados entre otras causas.

Hace algún tiempo me  encargaron el riego de una chacra para las  fiestas de fin de año, estaba en gran parte ocupada por  frutales abandonados que los propietarios mantenían el riego. Participa de una comunera con otra chacra en igual estado y una en producción para desgracia de ella. La toma como la comunera con gran esfuerzo se la reconocía  como tal, las acequias llenas de malezas, hojas y ramas, ni compuertas que permiten   conducir el agua libremente.

El monte estaba enmalezado, reinaban  la cañota, la correhuela, alguna viña  y la gramilla muy resistente a la falta de agua en los sectores altos presumiblemente porque no llegaba la misma.

El agua circulaba por una acequia laberinto entre dos cortinas de renuevos de álamos, los boquetes o sea las aberturas para distribuir el agua al monte se tapaban con tierra u otros elementos como  fondos de tambores, cubiertas de autos, trozos de madera, entre otros.

Por suerte una buena pala de corazón de cabo largo me sirvió de herramienta para conducir  el agua al sitio que debía regar y de garrocha para no mojarme ya que el agua corría  por cualquier lado.

Por el estado rudimentario de la toma era imposible calcular el caudal y a falta de bordos tampoco permitía conducir el agua.   La distribuí en un sector limitado y al cabo de unas horas volví para tratar de  hacer algunas correcciones para que llegue al menos al pie de del cuadro. Claro el riego en estas condiciones no son nada eficientes, grandes pérdidas por percolación que ingresa a la freática.

Durante esta operación pensaba cómo se deterioró todo el sistema de riego, donde regar es una verdadera proeza. Las tierras de chacras abandonadas que no se riegan  paulatinamente se salinizan, ni si quiera vuelve el monte primitivo, son invadidas por especies resistentes a esta degradación de los suelos.

Era fácil el riego si se cuenta   con tierras bien sistematizadas, acequias, compuertas, boquetes y bordos que definan bien las melgas. Los propietarios anteriores en algún momento con gran esfuerzo tenían todo en orden para un riego adecuado.

Evidentemente estamos perdiendo tierras aptas para cualquier cultivo de clima templado frío. Es imprescindible recuperar el sistema de distribución del agua en franco deterioro con un método de riego si bien de raíz primitiva mucho se puede mejorar con respecto a lo que se observa actualmente.